El majestuoso fuego oscuro de la verdad me devoraba a cada segundo mientras sus ojos solo irradiaban exactamente lo contrario, era su piel suave y delicada la que destrozaba la mía, su cabello solo me hacia revivir aquello que jamas llegaría, sumiéndome en aquella angustia, ese viejo némesis volviendo por su revancha. La única manera en que podía decirle cuanto sufrimiento me causaba era extrañamente no diciendo nada, solamente me quedaba sufrir en silencio, dejarle saborear mi dolor en esta lenta tortura... fue como una niebla que se disipaba, mostrándome que solo era un viaje en inconsciencia, pero, el dolor no se disipo, quedo como una estaca en mi pecho, desangrando gota por gota aquel que habito en mi alguna vez. Ahora lloro por la muerte prematura, de quien yace en los brazos de Thanatos, quien como un fénix volverá a mi, tal primavera fugaz, que extrañamente espera en tu puerta quitando la nieve de aquella rosa.
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